Hoja en blanco, se va entintando como con una pincelada de
sangre, se va llenando de evidencia y es culpable de ser el cómplice de mis
delirios intelectuales. De querer, por necio, pensar en sentimientos cuando no
se piensan, se sienten… De querer. Y yo quedaré callado, echaré la culpa a la
hoja de tal crimen y será expuesta como criminal amoroso, como aquel que si fue
valiente por sonso, y dio la cara a la vida. Escondido tras ella bajo el rubor
de mis penas, solo sabrán que fui yo por la firma donde el último punto lo
encaje en mi corazón y de ahí emanó la sangre de tan hondo y pesado lamento.
¡Entonces sí! La hoja es culpable de incitarme al suicidio
mental. A volverme loco y desgarrarme ante la pseudo-cordura social. Soy otra víctima
más de la decadencia humana; de tanta presión coercitiva de la vida actual. Caí
antes que muchos otros y aquella hoja solo fue artífice de la eutanasia. Mi
bien morir solo así, con sangre y letras en la hoja.
Y como el Fénix me quemo en mí, revivo y caen las plumas
conforme recuerdo que mi memoria no olvidó. Pero al fin, la hoja volverá a
contactar conmigo en blanco para volver a comenzar.
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