martes, 15 de noviembre de 2011

En la cuerda floja



No sabría cómo empezar a escribir, simplemente las palabras salen agolpándose en mis dedos, escribo y borro cada que escribo. Así es como se siente el no saber nada, pienso. Pauso, vomito, pienso y escribo de nuevo. Alguna vez me dijiste “No hagas lo que no quieres que te hagan” o “cuando se traiciona la confianza, ya valió madres” (parafraseando la 2da. Frase) Pensando en que no fuera verdad omití o intente llevar conmigo y mi silencio el hecho de que esas 2 cosas que me has dicho antes no eran verdad, aunque lo hubieras hecho. Fe. Sí, pudiera ser. Necedad. Definitivamente también. Una de cal y otra de arena, vuelvo a pensar.

Qué tanto abismo hay hoy que no sé qué existe en ese inmenso espacio, en tu cabeza, en tu corazón. Si aún tengo un lugar en alguno de los 2 o soy simplemente la transición tuya a una estancia mejor. ¿Cuándo llegamos a esto? Y más aún, ¿Cómo? Si fiel me he mantenido a mis convicciones, a mis latidos, a mis pensamientos que tuyos son por existir en ellos. No me he traicionado. Nunca contigo.

¿Qué ha pasado? Por qué a simple vista, sin ir más a fondo parece solamente y de forma mortal una larga espina clavada en mi espalda que llega a rozar de vez en vez a mi corazón, no puedo quitarla y sigue ahí. ¿O no? Si he preguntado, mordido espacio para llegar a la verdad aun así duele como si la espina estuviera ahí. Entonces ¿Cuál es la diferencia? Aun así te veo y desconfió.

Caminas por el tramo más estrecho entre tu lugar y mis brazos. Y abajo, el gran abismo que has creado por ti misma que niegas a resolver y por azares. No mantienes el equilibrio pero no tambaleas aún tanto para caer. Y yo, sin saber de verdades. Con los ojos vendados, solo estiro mis brazos esperando a que los toques y te reúnas conmigo.

Encuentra a alguien que no tema admitir que te extraña.
Alguien que sepa que no eres perfecto, pero te trate como si lo fueras.
Alguien cuyo más grande miedo sea el perderte.
Alguien que de su corazón completamente.
Alguien que te diga “Te amo” y lo diga en serio.
Y al final pero no menos importante, encuentra a alguien con quien no te importe despertar en la mañana, vea tus arrugas, tu pelo cano y aún se enamore de ti nuevamente.

Irónico reunir estos requisitos y en un abrir y cerrar de ojos, creer que no. Creer en ti y en tus acciones. Hablan también y hace algunos dolores que me lo han dicho. Creo que ya no soy el que los reúne. Extraño ser esa persona y la sonrisa que provocaba. El brillo de tu faz y la emoción que se sentía a kilómetros de distancia. Sí, extraño tu sonrisa… pero extraño más la mía, aquella que tampoco logro sacar por verte inerte ante los arrebatos de mi alma por ti.

Al momento de caminar poco a poco a ti, con todo muerto a mi alrededor me pregunto si aquel día que pedí un milagro alguien en esta infinidad me habrá escuchado y se habrá molestado en una importante petición de un ápice del mismo. Cuando perdí el control de nuestro bienestar de mis manos, y nunca supe cuándo, lo pedí y hasta ahora, el destino vestido de ti ha jugado con la idea de poder devolverme de menos el mío. Cambié mi sonrisa por tu tranquilidad esperando que me la pudieras devolver cuando estuvieras bien. Hoy por ti, mañana por mí. Simple. Pero no ha sido así. Y volteo hacia todo lo que alcanza mi vista a condenar, una y otra vez y no encuentro que o quien pague aquello que he perdido, valioso.

He llegado a un límite y un paso más caigo al infinito oscuro que con facilidad creaste, tanto que me ha impedido regresarte a esa historia que vivíamos juntos antes. Sí, era la mejor. Sí los mejores. Y nada… Solo aquí al borde en un ocaso que oscurece más las cosas, ya esperando tu caída si te he visto tropezar sobre mí al menos un par de veces y con eso, has evitado caer, una más no debo, no puedo, no quiero.

Hoy no juzgo pero si me protejo, he puesto las 2 mejillas y las siento hinchadas, sangrantes y sigo en pie, junto a ti. Esperando a que el letargo de tu alma desaparezca, grito, desespero y casi muero por ti. Pero dejo un último respiro para mí, la vida al final es mía, para evitar que la verdad sea aquella; latente que acecha como un fantasma pues para existir tiene que ser confirmada. Tanto ha sido pensada y por tus actos formada cual estela que aunque no exista, existe. Hoy confío en la fe que queda al último, la reserva de aquello que existió algún día y hoy se inclina por desaparecer.

Fiel me mantengo ante la duda que solo confirma que nada está dicho. Arriesgada apuesta si considero mí estado, fatigado y dolido y que no sé qué juego tienes, no sé qué intenciones tienes. Pero la fe renueva y espero que hoy, no solo te reviva, sino te abra los ojos y me veas como la idea que antes tenías, como el trozo de madera que conociste y empezaste a trabajar para convertirlo en la persona que tanto te ha querido. No es de cero, pero es un nuevo comienzo. El último nuevo comienzo.

Y si alevosamente juegas con la verdad de tu lado, oculta, no molesto en que me la digas, también puede acompañarnos, siempre y cuando la dejes. No juzgo cual sea ni si sea fiel partidaria de tus intereses. Simplemente necesito saber si está ahí y solo tú la sabes o dar a mi fe un voto de sí misma y creer lo que ha pasado y lo que me has dicho.

Es el peor estado, no saber, tener amnesia obligada, el hambre de no tener nada que comer. La verdad sin saberla. Que la misma verdad no sepa nada. Nunca pensé que así fuera y sí así es nunca pensé darle una excepción por ser tú, y la última. El holocausto se engrandece ante esta máxima. Tanto que pelean como 2 grandes titanes a nuestras cabezas, y nosotros evitando una pisada certera con sus pies que mate.

No más errores, púes hay más que vida en juego. Algo tan divino que solo se deja ver muy de vez en cuando. Sí pisas en falso no mueres, caes. Si erras no caes, vives en muerte. Ahí la premura de hoy cumplir con lo acordado, creer en lo dicho y sentir en lo dejado de lado. En obligar a la verdad a aparecer para ser nuevamente nuestra guía. Pues en verdad es imperativo terminar con este agobio. De cualquier manera. Tarde o temprano las cosas caerán y así como los grandes titanes que pelean colosalmente peligramos antes sus pies y la lluvia de pesares. Ellos mismos mueren antes de darse cuenta.

Pregunto de nuevo, si me buscaste extrañándome hace poco y aparecí a tu llamado para tan solo decirte que nunca me fui, ahora ¿Dónde estás tú? Si encontré de nuevo tu cara que no tenías ¿Dónde la has vuelto a dejar?, si casi muero en su búsqueda ¿por qué la vuelves a perder? Sí, la hecatombe que vivimos se asemeja tanto a esto… Veo que nuestro entorno, aquellos que quieren desvanecerme lo han empezado a hacer, sabes también eso. Quiero respuestas y la espina de mi espalda me empuja a saber que si las sabes. Mi fe, no. Solo quiero la verdad tan cruda y justa como es. Solo eso te pido, solo eso me debes. Y yo con ella me conformo, sea o no buena amante u acompañante para mi continuo día a día.

Sigo camino a tu encuentro y finalmente te avisto inerte como siempre últimamente mientras me acerco. ¿Hora de verdades? No lo sé, nuevamente. He llegado sin nada, sin confianza, sin certidumbre tan solo con la carcasa de mi cuerpo que apenas protege mi alma. Esperando ese milagro que tu no eres creyente y más bien te creo fiel ya a otras costumbres...Y empiezas a hablar… 


(...)

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