OK, titulo un tanto pretencioso a mi sentir de una compleja situación. Nuevamente recurro al psicólogo de mis letras para avanzar. Hell Mary, la última jugada, el todo o nada, como aventar un volado y el suspenso en el aire. No sería para tanto después de tener todo a tu favor, pero todo es relativo. Y aunque a cada momento que pasa, me siento más tranquilo, aún hay algo ahí que me hace pensar que hay una mano de poker más alta que la mía. Una espina clavada en no se donde que te molesta. Ese algo que hace que no te cuadre una ecuación… ¡vaya! ese no se que, que te hace saber que las cosas no están en orden.
Ahora me siento en esa jugada, Hell Mary, he lanzado el balón con la puntería de una lógica que solo el sentimiento entendería, con el ahínco de querer ganar de mi lado, con la seguridad de haber jugado mejor que el camio y el movimiento, con un partido a punto de acabar o irse a tiempos extras (caballo que alcanza, gana). Ahora espero a que caiga el balón en las manos… y no en el suelo.
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