No sabría cómo empezar a
escribir, simplemente las palabras salen agolpándose en mis dedos, escribo y
borro cada que escribo. Así es como se siente el no saber nada, pienso. Pauso, vomito, pienso y escribo
de nuevo. Alguna vez me dijiste “No hagas
lo que no quieres que te hagan” o “cuando se traiciona la confianza, ya valió
madres” (parafraseando la 2da. Frase) Pensando en que no fuera verdad omití
o intente llevar conmigo y mi silencio el hecho de que esas 2 cosas que me has
dicho antes no eran verdad, aunque lo hubieras hecho. Fe. Sí, pudiera ser. Necedad. Definitivamente
también. Una de cal y otra de arena, vuelvo
a pensar.
Qué tanto abismo hay hoy que no sé
qué existe en ese inmenso espacio, en tu cabeza, en tu corazón. Si aún tengo un
lugar en alguno de los 2 o soy simplemente la transición tuya a una estancia
mejor. ¿Cuándo llegamos a esto? Y más
aún, ¿Cómo? Si fiel me he mantenido a mis convicciones, a mis latidos, a
mis pensamientos que tuyos son por existir en ellos. No me he traicionado.
Nunca contigo.
¿Qué ha pasado? Por qué a simple
vista, sin ir más a fondo parece solamente y de forma mortal una larga espina
clavada en mi espalda que llega a rozar de vez en vez a mi corazón, no puedo
quitarla y sigue ahí. ¿O no? Si he preguntado, mordido espacio para llegar a la
verdad aun así duele como si la espina estuviera ahí. Entonces ¿Cuál es la
diferencia? Aun así te veo y desconfió.
Caminas por el tramo más estrecho
entre tu lugar y mis brazos. Y abajo, el gran abismo que has creado por ti
misma que niegas a resolver y por azares. No mantienes el equilibrio pero no
tambaleas aún tanto para caer. Y yo, sin saber de verdades. Con los ojos
vendados, solo estiro mis brazos esperando a que los toques y te reúnas
conmigo.
Encuentra a alguien que no tema admitir que te extraña.
Alguien que sepa que no eres perfecto, pero te trate como si lo fueras.
Alguien cuyo más grande miedo sea el perderte.
Alguien que de su corazón completamente.
Alguien que te diga “Te amo” y lo diga en serio.
Y al final pero no menos importante, encuentra a alguien con quien no
te importe despertar en la mañana, vea tus arrugas, tu pelo cano y aún se
enamore de ti nuevamente.
Irónico reunir estos
requisitos y en un abrir y cerrar de ojos, creer que no. Creer en ti y en tus
acciones. Hablan también y hace algunos dolores que me lo han dicho. Creo que ya no soy el que los reúne. Extraño
ser esa persona y la sonrisa que provocaba. El brillo de tu faz y la emoción
que se sentía a kilómetros de distancia. Sí, extraño tu sonrisa… pero extraño
más la mía, aquella que tampoco logro sacar por verte inerte ante los arrebatos
de mi alma por ti.
Al momento de caminar poco a
poco a ti, con todo muerto a mi alrededor me pregunto si aquel día que pedí un
milagro alguien en esta infinidad me habrá escuchado y se habrá molestado en
una importante petición de un ápice del mismo. Cuando perdí el control de nuestro
bienestar de mis manos, y nunca supe cuándo, lo pedí y hasta ahora, el destino
vestido de ti ha jugado con la idea de poder devolverme de menos el mío. Cambié
mi sonrisa por tu tranquilidad esperando que me la pudieras devolver cuando
estuvieras bien. Hoy por ti, mañana por mí.
Simple. Pero no ha sido así. Y volteo hacia todo lo que alcanza mi vista a
condenar, una y otra vez y no encuentro que o quien pague aquello que he
perdido, valioso.
He llegado a un límite y un
paso más caigo al infinito oscuro que con facilidad creaste, tanto que me ha
impedido regresarte a esa historia que vivíamos juntos antes. Sí, era la mejor.
Sí los mejores. Y nada… Solo aquí al
borde en un ocaso que oscurece más las cosas, ya esperando tu caída si te he
visto tropezar sobre mí al menos un par de veces y con eso, has evitado caer,
una más no debo, no puedo, no quiero.
Hoy no juzgo pero si me
protejo, he puesto las 2 mejillas y las siento hinchadas, sangrantes y sigo en
pie, junto a ti. Esperando a que el letargo de tu alma desaparezca, grito,
desespero y casi muero por ti. Pero dejo un último respiro para mí, la vida al
final es mía, para evitar que la verdad sea aquella; latente que acecha como un
fantasma pues para existir tiene que ser confirmada. Tanto ha sido pensada y por
tus actos formada cual estela que aunque no exista, existe. Hoy confío en la fe
que queda al último, la reserva de aquello que existió algún día y hoy se
inclina por desaparecer.
Fiel me mantengo ante la duda
que solo confirma que nada está dicho. Arriesgada apuesta si considero mí
estado, fatigado y dolido y que no sé qué juego tienes, no sé qué intenciones
tienes. Pero la fe renueva y espero que hoy, no solo te reviva, sino te abra
los ojos y me veas como la idea que antes tenías, como el trozo de madera que
conociste y empezaste a trabajar para convertirlo en la persona que tanto te ha
querido. No es de cero, pero es un nuevo comienzo. El último nuevo comienzo.
Y si alevosamente juegas con
la verdad de tu lado, oculta, no molesto en que me la digas, también puede
acompañarnos, siempre y cuando la dejes. No juzgo cual sea ni si sea fiel
partidaria de tus intereses. Simplemente necesito saber si está ahí y solo tú
la sabes o dar a mi fe un voto de sí misma y creer lo que ha pasado y lo que me
has dicho.
Es el peor estado, no saber,
tener amnesia obligada, el hambre de no tener nada que comer. La verdad sin
saberla. Que la misma verdad no sepa
nada. Nunca pensé que así fuera y sí así es nunca pensé darle una excepción
por ser tú, y la última. El holocausto se engrandece ante esta máxima. Tanto
que pelean como 2 grandes titanes a nuestras cabezas, y nosotros evitando una
pisada certera con sus pies que mate.
No más errores, púes hay más
que vida en juego. Algo tan divino que solo se deja ver muy de vez en cuando.
Sí pisas en falso no mueres, caes. Si erras no caes, vives en muerte. Ahí la
premura de hoy cumplir con lo acordado, creer en lo dicho y sentir en lo dejado
de lado. En obligar a la verdad a aparecer para ser nuevamente nuestra guía.
Pues en verdad es imperativo terminar con este agobio. De cualquier manera.
Tarde o temprano las cosas caerán y así como los grandes titanes que pelean
colosalmente peligramos antes sus pies y la lluvia de pesares. Ellos mismos
mueren antes de darse cuenta.
Pregunto de nuevo, si me
buscaste extrañándome hace poco y aparecí a tu llamado para tan solo decirte que
nunca me fui, ahora ¿Dónde estás tú? Si encontré de nuevo tu cara que no tenías
¿Dónde la has vuelto a dejar?, si casi muero en su búsqueda ¿por qué la vuelves
a perder? Sí, la hecatombe que vivimos se asemeja tanto a esto… Veo que nuestro
entorno, aquellos que quieren desvanecerme lo han empezado a hacer, sabes
también eso. Quiero respuestas y la espina de mi espalda me empuja a saber que
si las sabes. Mi fe, no. Solo quiero la
verdad tan cruda y justa como es. Solo eso te pido, solo eso me debes. Y yo con
ella me conformo, sea o no buena amante u acompañante para mi continuo día a
día.
Sigo camino a tu encuentro y finalmente te avisto inerte como siempre últimamente mientras me acerco. ¿Hora de verdades? No lo sé, nuevamente. He llegado sin
nada, sin confianza, sin certidumbre tan solo con la carcasa de mi cuerpo que
apenas protege mi alma. Esperando ese milagro que tu no eres creyente y más bien te creo fiel ya a otras costumbres...Y empiezas a hablar…
(...)