Llegaran aquellos días en que sea acaben las
margaritas para ser deshojadas
y se tendrán que hacer jirones del corazón.
Donde se perderá la capacidad de asombro,
la habilidad diaria de enamorarte,
la posibilidad de conmigo mantenerte
e ir varando como al inicio, codo a codo.
Se terminaran nuestros vicios mutuos ,
las noches de lunas y el polvo en los ojos,
pretexto para no abrirlos, motivo para que ciego
lancemos nuestros labios y besarlos.
Cuando nuestra noche más, oscura se viva
sentirnos apenas, por aquella centinela, alumbrados.
Donde no baste un café de pretexto para acompañarnos
y sea una insistencia el volver a conocernos.
Mi deseo postrado en tu pecho y tus manos a mi lado
y que cada día a la hora señalada nos pese coincidir
e incomodé el solo llamado contrariado de los sentimientos.
Y aquella cotidiana costumbre desnudarnos poco a poco el alma
muera al piso, se marchite y se vuelva parte más de cualquier sendero.
En que esa necedad mutua de tenernos y no soltarnos,
la necesidad de estar siempre en lo correcto,
nos obligue a actuar en contra de nuestros sentimientos.
Cualquier día donde un monologo sea de 2
sería el mejor momento para pensar en todo esto.
Aquel día donde las estrellas nos caigan encima
donde por el sueño de alcanzarlas, nos alcancen primero.
Si somos ovejas y propios pastores,
si ya compartimos aquel vértigo de habernos conocido.
¿por qué acabar con las flores?
Si existen propios y singulares actos para enamorarte,
solo necesito una ápice de destino, mi vida en tintero
y a ti, para regalarte los mas hermosos trazos
que mi alma te ha guardado.
Tal vez una margarita para regalarte.
Que nos vea celosa al pasar desapercibida
cuando nuestros dedos por dolor no la toquen
y mueran de rabia sus pétalos por no sufrir
Que sola sus hojas mutile y desangre
Y al final ella, un detalle para guardar
y tú, mi motivo para existir.
//RDL//
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