No soy tan sabio como para no conocerme,
ni cedo como para resignarme tan fácilmente
pues cada que te veo no se que pasa.
Soy necio de todo aquello que siento,
tanto que se agolpa directo y me engaña,
confunde la cabeza con mis sentimientos,
olvido la cordura de mis dolencias
y solo evito que atraviese mi pecho.
Aunque sea en una foto
o en una memoria en mi recuerdo,
me enamoro sin así concederlo.
Me convierto de nuevo en aquel acorazado
y fiel caballero que a su princesa
lealtad eterna ha jurado.
De un aire nuevo se vuelca la certeza
de que ser mas que un amigo a tu lado.
No es el momento, ni el tiempo
pero mi corazón no entiende esos detalles
pues quiere hacerte mía,
quiere amarte por toda al vida,
quiere ser eternamente tu enamorado.
Y mi cabeza no tiene voz ni cabida.
Solo tu enciendes esa luz
que al final del camino parecía había muerto.
Y mi cabeza no mas, no quiere
ir mas allá de lo que a enormes penas
ha sido estipulado, aquello que hemos rescatado
de un enorme holocausto.
que hemos causado sin querer hacerlo.
Por ahora no es que me resigne
a ser solo lo que la vida dicta
sino dictarle a la vida lo que nos es más correcto.
Y si, no se como porque aún así
mi cabeza me gana la jugada
pues sabe todas las razones
por las cuales debería irme a otro lado.
Pero no soy de escuchar a la razón
sino de guiarme por los instintos
soy de aquellos extraños que ya no existen,
embelesados por el corazón.
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