Pelea. Ha habido muchas de estas últimamente. Podría decir inclusive que parece que estamos reponiendo todas las que no tuvimos en ese tiempo. Sacamos las uñas y afilamos dientes. Defendemos lo coherente e incoherente pero que es de cada uno. Atacamos por que nos sentimos atacados. Pelea a final de cuentas.
Agotados, regresamos a nuestras esquinas y en mi como en casi toda ocasión, me invade una canción al azar en mi cabeza y me distraigo inconscientemente. Es el mensaje de no querer pelear más, de estar agotado de hacernos y hacerle daño. Es la desesperación de no poder estar en otra situación, cualquiera, creo, sería mejor.
Al final como si nada hubiera pasado nos despedimos a manera de luchadores, cordiales sabiendo que regresando a nuestras esquinas nos sentiremos menos expuestos y heridos. Sabiendo que de la punta de un gran iceberg que en el fondo del mar no guarda nada que ver de lo que vemos apenas. Nos vemos, sabemos que hemos sufrido los estragos de ese momento y abrazamos aún sintiéndonos heridos. Como si nunca quisiera dejarte ir, pido tregua eterna aún lastimados, aun más lejanos.
No puedo evitar mis sentimientos, ni defenderlos, evitar que los reduzcas a cenizas pero evito ya ahora mostrarlos... o intentaré.
Se que estas en tu esquina ya, como cada noche no puedo engañarme y volteo a ver por el hueco de tu puerta. Vanas esperanzas de quien sabe que porque de todo esto que pasa se poco o nada. Te imagino y mi mente vuela dentro de un entorno herido, como un ave que ha sido lastimada y apenas puede mantener el vuelo creyendo que puede huir. Eres certera, das donde más duele, la realidad que acongojate menos que a mi en verdad púes somos ya uno y no más.
A final de cuentas ya no estaré en el cuarto de a lado, a veces ruego porque ese día llegue imaginando que correré lo más alejado posible de ti aunque saque mis pulmones, aunque muera en el intento. Como aquel niño que después de un castigo sale a la libertad. A veces deseo que nunca pase. La realidad más cruda es que peleamos cuando podríamos estar en paz pero la situación nos envuelve, nos enamora falsamente al punto de caer nuevamente en sus redes. A veces, la mayoría, es inevitable.
Cuando peor no creo que podamos estar, parece que nuevamente equivoco. ¿Cuánto puede aguantar el hombre... y la mujer? ¿Cuánto daño? Me pregunto. ¿Hasta el punto de desgarrar y desangrar una historia de años que en su cumbre cae al vacío? No lo se, no lo quiero saber tampoco pues siento que ya caigo.
Espero sea el último round, de verdad que el cuerpo ya no aguanta, espero no estar en esta cruda realidad ya pero es como cuando se entrena, te curtes... ¿pero en qué? No más ya.
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